Queridos amigos,

Como alguno de vosotros ya sabéis, hace un tiempo que vengo compaginando mi pasión por ayudaros en Greenology con estudiar cocina en la escuela de enseñanza culinaria Le Cordon Bleu. No sois pocos los que me habéis preguntado por qué me matriculaba en una escuela profesional.

La primera razón es que me encanta; estamos en este mundo para disfrutar, sí, habéis oído bien, PARA DISFRUTAR. Es fundamental apreciar lo que tenemos y disfrutar con cada cosa que hacemos. Para mí, la cocina siempre ha sido una manera de desconectar, de pasármelo bien y hacer que los de mi alrededor también disfruten de lo que cocino. “Vale,  entiendo que te guste“ – me dicen algunos – “pero.. ¿Le Cordon Bleu, con la exigencia que supone?, ¿en serio?” Siete horas seguidas sin descanso, si no tienes el uniforme completo no entras en la cocina, hay que hacer malabarismos para presentar todos los platos bien y a tiempo, te evalúan cada día, si llegas tarde te quedas fuera…»¿en serio? ¿Te merece la pena pasar por todo eso?» Me siguen preguntando…Si tu no quieres ser chef de un restaurante, ¿Por qué no haces un cursito de cocina y ya?

Esto me ha hecho reflexionar sobre la sociedad en que vivimos, donde adoramos el culto al instante, sólo vemos el hoy, como mucho el mañana, pero, si nos quedamos en lo inmediato.. ¿Cómo vamos a ser capaces de alcanzar nuestros grandes sueños; eso que siempre hemos querido hacer?. Para mí el Cordon Bleu supone mucho más esfuerzo y sacrificio que un cursillo de cocina, pero lo he escogido por esa exigencia que nos empuja a dar lo mejor de nosotros mismos como chefs, a aprender mil cosas distintas en cada clase, a comprar diez kilos de zanahorias para seguir practicando en casa, a comentar veinte veces una receta con nuestros compañeros para asegurarnos de que la hacemos perfecta… En resumen, a dar el máximo en la cocina. Nada de eso se consigue con el culto al instante, se consigue a base de horas y horas de práctica, de esas clases magistrales impartidas por los chefs franceses, pacientes a veces, más estrictos otras, sin conformarse con menos de lo excelente.

La segunda razón para estar haciendo El Cordon Bleu sois vosotros, mis pacientes. Y es que, como especialista en nutrición, quiero formarme mejor en el ámbito de la gastronomía para  poder ofreceros alternativas de comida sana, apetecible y variada a la vez. La comida sana no tiene por qué ser aburrida, me niego a creerlo y poco a poco os lo iré demostrando. Mi objetivo es conseguir que un buen plan nutricional no se riña con una buena experiencia gastronómica.

En resumen, creo que es fundamental luchar disfrutando, intento transmitir esta filosofía a mis pacientes: que para conseguir tus objetivos y sueños hay que luchar, superar lo inmediato, mirar la meta que hemos elegido, tener fuerza de voluntad para conseguir ese fin grande y valioso pero a la vez se puede hacer disfrutando de cada instante. Hacer ejercicio no tiene por qué ser una tortura, todo el mundo puede encontrar esa actividad que le encanta, le desconecta y le pone de buen humor:  nadar, correr, bailar, boxear, patinar… Comer sano no tiene por qué ser aburrido, disfrutar de un buen mango tomando el sol en una terraza, de un pescado fresquísimo frente al mar, de una ensalada deliciosa con tus amigas es posible. La clave esta en aprender a luchar disfrutando, y eso, es lo que hará que alcancemos todo lo que nos propongamos.

Que tengáis una estupenda semana,

Laura Martínez Menárguez